viernes, 27 de mayo de 2022

EL EXTRAÑO CASO DEL DOCTOR JEKYLL Y EL SEÑOR HYDE, de Robert Louis Stevenson (1886)


Lectura 20/2022 (27-05-2022) 

Puntuación: 8/10 Sí lo recomendaría.

Autor: Robert Louis Stevenson (Reino Unido, 1850 - Samoa, 1894)

Título: The he Strange Case of Dr Jekyll and Mr Hyde

 Año: 1886

Traductora: Catalina Martínez Muñoz

Editado en 2015 por la Editorial Alba Classics, 129 páginas, ISBN 978-84-9065-061-5

Argumento: Con El extraño caso del doctor Jekyll y Mr. Hyde, R.L. Stevenson volvió a ocuparse de un tema que le preocupó durante toda su vida: la dualidad de la naturaleza humana. Localizada en el corazón de un Londres victoriano, la novela viene a ser una sucesión de testimonios procedentes de varios testigos cuyo presunto fin es desvelar un misterio. Jekyll y Hyde son como una entidad disociada en dos. Hyde es la personalidad demoníaca, monstruosa de Jekyll, al que horrorizan las acciones de su doble maligno, y simboliza el mal que Jekyll se reprime a sí mismo, el cual, una vez liberado, no puede controlar. 

Mi opinión: Me ha sorprendido esta novela por su brevedad. Poco más de cien páginas. Conocía la historia y vi en su momento la película que en 1941 dirigió Victor Fleming, pero hasta ahora me había resistido a leer esta obra maestra que oscila entre el terror y la ciencia ficción. Aunque breve, la novela es acertada y correctamente compensada en su extensión y estructura. No tiene una acción trepidante sino un conjunto meditado de actos o escenas con creciente carga dramática, y es por ello que no llega a aburrir al lector ni mucho menos.

Al igual que en La isla del Tesoro, que ya hemos reseñado en este blog, la novela mantiene en un vilo constante al lector. Permanecemos atrapados a lo largo de este relato que expone el lento declive de un hombre bien posicionado en el Londres de la era victoriana, hacia 1880, misma época en que fue escrita y publicada. Es en este contexto donde el protagonista de la novela nos hace llegar la miseria que rodea el hundimiento de su propia vida. De ello son testigos el abogado Utterson y el doctor Lanyon, quienes intervienen como narradores en primera persona para dar su testimonio de los hechos. Este estilo narrativo -que también se emplea en La isla del Tesoro- acerca de primera mano a la historia, dotándola de mayor realismo. Especial mención al cuidado del lenguaje, con descripciones completas y precisas que enmarcan esta historia en un escenario correctamente dibujado. El lector puede sentir en su piel la humedad de las noches otoñales en el Londres de la época, con las calles invadidas por la niebla y el resonar de los cascos de los caballos que conducen solitarios faetones.

La historia tiene un interés atemporal, lo cual explica por qué más de un siglo después de la publicación de El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, el relato continua vigente y cobra vida en el corazón del lector sin ninguna dificultad. La obra se centra, sin ser por ello simple, en un tema de gran interés psicológico: ¿es el hombre bueno, por naturaleza, o malo? Homo homini lupus, escribió Thomas Hobbes en El Leviatán (1651). El hombre es un lobo para el hombre. Pues bien, el autor aborda esta pregunta y ofrece una respuesta satisfactoria, que sin duda nos hace pensar al tiempo que nos entretiene con esta obra maestra. 

El hombre, en realidad, es una dualidad constante entre el bien y el mal. En eso consiste la libertad de elección entre unos actos y otros, y de ello se deduce la responsabilidad ante las consecuencias que provocan esas decisiones. En El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde encontramos un alma atormentada por sus propias sombras. La ayuda de la ciencia alimenta estas sombras -aquí entra la ciencia ficción de la novela, en una muy pequeña dosis que tan solo alcanza para explicar la existencia del perverso señor Hyde-. Es decir, mediante los experimentos científicos del doctor Jekyll éste logra convertirse durante unas horas en un ser distinto, con identidad o personalidad propias. ¿Una transfiguración? ¿Un atisbo de lo que hoy conocemos científicamente como trastorno bipolar de la personalidad? ¿Esquizofrenia? ¿Delirios paranoides? 

No importa la causa, sino la consecuencia. Porque el pacífico doctor Jekyll se transmuta en un ser aborrecible físicamente, pero aún más moralmente. Es un auténtico monstruo cruel y sanguinario. A mi, en esos momentos de terrible y dolorosa transformación, me ha recordado -salvando las distancias- a los monstruos casi mitológicos e igualmente terroríficos que el gran H. P. Lovecraft describió en sus novelas. En definitiva, esta es la historia de la corrupción moral de un alma ordinaria hasta el punto de que se devora a sí misma. Una historia decadente, que deja helado al lector, pero que deja también la satisfacción de haberse adentrado durante unas pocas horas en un clásico de la literatura no solo inglesa, también universal y atemporal.

Es mi opinión. Tú tendrás la tuya, si lo lees.

viernes, 20 de mayo de 2022

LA ISLA DEL TESORO, de Robert Louis Stevenson (1883)

Lectura 18/2022 (06-05-2022) 

Puntuación: 10/10 Obra maestra.

Autor: Robert Louis Stevenson (Reino Unido, 1850 - Samoa, 1894)

Título: Treasure island

 Año: 1883 

Traductora: María Durante

Editado en 1981 por la Editorial Anaya, 260 páginas, ISBN 84-96246-08-6.

Argumento: La isla del tesoro narra una aventura de un tiempo lejano, en el que todavía había piratas y tesoros escondidos en islas desiertas. El mapa de una isla cae en manos del joven Jim Hawkins. El mapa indica el lugar donde el mayor pirata de todos los tiempos ha escondido su botín. Junto con un barón, un médico y una colorida tripulación, Jim parte en busca de la isla. Una parte de la tripulación resulta estar compuesta por mercenarios amotinados, por lo que los buenos buscadores del tesoro deberán sortear un sinnúmero de obstáculos antes de poder obtener su recompensa. Son pocos los marineros que regresan sanos y salvos a Inglaterra. La novela constituye uno de los puntos cúlmines de la literatura de aventuras y ha encontrado ávidos lectores no solo entre los adolescentes, sino también en el público adulto.

Mi opinión: Esta es una de esas novelas atemporales, universales, que se consagran como obras maestras de la literatura. Escrita a finales del siglo XIX por un hombre que se la dedica al hijo de su esposa, viuda de un matrimonio anterior, podemos pensar que es una historia infantil y desde luego es perfectamente apta para ese público. Pero como las grandes historias infantiles, sus dosis de aventura trepidante y acción sorprendente animan a su lectura a cualquier persona con independencia de su edad. Tan solo se requiere tener espíritu soñador. El resto lo añade la magnífica prosa de Robert Louis Stevenson, hombre que sin duda se recreaba en las aventuras que escribió, pues terminó sus días viviendo en aquellos islotes de arenas blancas y palmeras tropicales, tal vez buscando tesoros enterrados por piratas despiadados. 

Debe reconocerse igualmente la magnífica traducción de María Durante, pues logra expresar en español la peculiar jerga de cada personaje, con especial mención a los piratas, sus canciones, sus expresiones y dichos, y además de todo ello, la novela luce un extenso vocabulario de términos propios de la navegación marítima que están correctamente explicados y que sumergen aún más al lector en la auténtica odisea de un buque británico surcando las aguas del océano Atlántico en busca de un gran tesoro.

Magistral, en todos los sentidos, esta novela está construida sobre los cimientos de una trama sólida y a la vez muy simple: la búsqueda de un tesoro señalizado con una cruz en tinta roja sobre un viejo mapa que nuestro protagonista, el joven y valiente Jim Hawkins, encuentra en la posada de una aldea marítima de la costa inglesa que sus padres regentan, a mediados del siglo XVIII. Esta novela es la inspiración de las películas Piratas del Caribe, pero a diferencia de éstas, carece de fantasía. No hay ni siquiera una sola mención al mitológico kraken, el gran calamar gigante, y no por ello se cercena la imaginación lectora. De hecho, la novela recrea a la perfección las curiosas supersticiones de los piratas, quienes se guiaban a partes iguales por los buenos o malos presagios, como por su violencia intempestiva y cruel.

Destaca sobre todos ellos -y cada uno de ellos está descrito con sus peculiaridades características-, el temible bucanero John Silver El Largo, cocinero de la goleta Hispaniola, cuya personalidad casi protagoniza la novela. Es uno de esos personajes que uno desearía que existiesen en la realidad, pues tan perverso es como realista, y su maldad no es absurda o infantil como cabría pensar en una novela aparentemente destinada a niños, sino que es una perversión muy adulta, sometida a una lógica perfecta y creíble, casi incluso empática. En el fondo es un pobre diablo que antepone su obsesión por el oro y las aventuras piratas antes que el respeto a la vida humana y el honor, y pese a todo, no por ello se puede negar que este antagonista carezca de valentía o coraje. Por eso me ha gustado tanto esta novela, porque La isla del Tesoro es una lectura intrépida, que engancha, y lo es gracias a personajes que son de carne y hueso. Debo destacar los rasgos narcisistas propios de un psicópata emocional que he encontrado en el pirata John Silver El Largo, y sin detenerme en ejemplos concretos, Robert Louis Stevenson refleja perfectamente esta personalidad psicopática en la escena del barril de manzanas a bordo de la Hispaniola, cuando a través del narrador, descubrimos a John Silver El Largo retirándose la piel camaleónica ante los otros piratas.

Honor, decíamos antes, es uno de los conceptos clave en La isla del Tesoro y no podría comprenderse esta obra sin él. Porque todos, desde los malvados -y algo estúpidos- piratas hasta el sensato e inolvidable doctor Livesey, se guían por sus propios códigos de honor, aunque ello suponga arriesgar sus vidas. Esta lectura es edificante en ese sentido, pues sin teñirse de moralinas infantiles ni soberbias regañinas, el lector disfruta realmente de la lucha constante entre el bien y el mal, y los sacrificios que ello conlleva.

La trama no decae en ningún momento. Si algo tuviese que destacar en sentido negativo, es el deus ex machina que para mi supone la aparición del personaje del viejo -y un tanto loco- Ben Gunn, que es clave en el desarrollo de la acción novelística. Ahora bien, aunque para mí fue una sorpresa su primera aparición, he de añadir que el autor logra camuflar este recurso argumentístico con tal maestría que casi podemos omitirlo. La novela logra convencer al lector de que la existencia de Ben Gunn es lógica y previsible, aunque en un primer momento uno puede dudar de ello por ser demasiado sorprendente o inverosímil. Pero es un deus ex machina pasable y aceptable.

Concluiré que esta novela es una de esas historias que deja huella en cada lector. Huele a mar, hace sentir al lector el deseo de desenterrar los lingotes de oro, y nos convierte durante unas horas, o días, en auténticos marineros dispuestos a encontrar una remota isla en el Caribe. Pasados los años, seguiré recordando la travesía de la Hispaniola sobre el océano, la silenciosa traición de sanguinarios piratas camuflados de marineros, la lucha por la supervivencia sobre las arenas y colinas de la isla del Tesoro, las historias de piratas que se convirtieron en leyenda y un universo, en definitiva, refrescante, repleto de aventuras y desventuras. Termino con un dicho pirata que se aplica a muchos de los bucaneros que nos mantendrán alerta en las páginas de esta novela: Belcebú y la bebida acabaron con su vida.

Es mi opinión. Tú tendrás la tuya, si lo lees.

viernes, 13 de mayo de 2022

EL SOL DE LA DECADENCIA, de Luis Antonio de Villena (2007)


Lectura 19/2022 (13-05-2022) 

Puntuación: 0/10 No lo recomendaría. (¡Es un bodrio!)

Autor: Luis Antonio de Villena (España, 1951)

Título: El sol de la decadencia

 Año: 2007

Editado en 2007 por El Aleph Editores, S.A., 212 páginas, ISBN 978-84-7669-800-6

Argumento: En mayo de 1940, Phil, un joven estudiante de literatura acepta un peculiar trabajo: escribir las memorias de Alfred Taylor, anciano caballero ingles afincado en California y retirado del mundo del cine. Acompañado por Toby, su compañero sentimental, los dos jóvenes se irán sumergiendo en el pasado de un hombre que desde niño estuvo marcado por su doble condición de pobre y homosexual. La aparente frivolidad de su vida distinguida, envuelta en un halo de esteticismo exacerbado, su pasión por los muchachos jóvenes, su actividad como proxeneta, los selectos círculos a los que accedió en los que se codeó con figuras como Oscar Wilde, Greta Garbo o Friedrich Murnau, van dejando entrever la realidad del peso aplastante del puritanismo victoriano y de la estigmatización social. Cruda pero de una gran belleza, a la vez novela biográfica y relato iniciático, El sol de la decadencia plantea preguntas: la amistad, el uranismo, la prostitución, la soledad y la marginación son sólo algunas de ellas.

Mi opinión: Es el peor libro que he leído en años. Decadencia. Eso es define precisamente a esta novela en la que el único acierto del autor fue el título, El sol de la decadencia. Porque es una aberración literaria, una burla infame al lector con absoluta alevosía y mala fe. Si el delito de estafa pudiese aplicarse a la calidad artística de una obra literaria, este sería un ejemplo que sentaría jurisprudencia. 

Y conste que la novela empieza bien. Pero solo eso. El argumento que el incauto lector puede leer en la cubierta de la parte trasera del libro es el único conjunto de letras de toda la obra que está correctamente escrito y consigue enganchar. Por eso me animé a leerla, y también porque aunque no conocía nada del autor, su nombre ha ocupado algún espacio en la vida cultural española reciente. Supongo que porque se autodefine como poeta y ha escrito docenas de publicaciones desde hace décadas. Pues bien, si todas sus publicaciones tienen la calidad literaria que he encontrado en El sol de la decadencia, paren el barco que me bajo aquí. No sé ni por dónde empezar esta reseña. Primero, el argumento y el estilo lo dejaré para el final.

En su conjunto, la obra es un despropósito integral donde nada se salva. Solo las primeras tres páginas están escritas de un modo justo, correcto, aunque sin más pretensiones. Fueron las tres únicas páginas que el autor quiso molestarse en revisar antes de mandar a su amiguete de la editorial. Porque a partir de ahí, la novela es un manuscrito en su versión inicial, sin revisar ni corregir. El lector será sorprendido por una sucesión eterna de incongruencias, repeticiones, erratas... Vamos allá:

El argumento nos sitúa en la sobria mansión de Alfred Taylor, un septuagenario inglés que vive sus últimos días en Los Angeles tras sus años como tramoyista o decorador en Hollywood. La línea temporal es el año 1940, fecha que el narrador se encarga de recordar en cada capítulo para que el lector, tan idiota como el narrador debe suponer, no lo olvide. Este inglés es una vieja gloria, podríamos decir, que se codeó con las estrellas del cine en blanco y negro -mudo y sonoro-, y que decide contratar a Phil, un joven universitario para dictarle sus memorias y publicarlas tal vez. Esta es la premisa de la novela, aunque debemos tener en cuenta un detalle: nuestro protagonista es homosexual.

En cualquier caso, aun después de leer la novela sigo sin tener claro quién es el protagonista: el narrador baila en cada capítulo como un péndulo borracho. Unas veces narra el novio de Phil en primera persona, cuando acompaña a su pareja a la mansión del señor Taylor para hacer de bulto (o sujetavelas) mientras su novio escribe lo que el anciano Alfred Taylor dicta. Pero de pronto el narrador es omnisciente, en tercera persona, sin que el lector entienda por qué ese cambio, cuando argumentalmente no está justificado. Y lo más intrigante: prácticamente nada se cuenta en la novela sobre Phil o su novio, no sabemos casi nada de ello -salvo algunos datos banales y clichés que no afectan a su personalidad-. En realidad el verdadero protagonista parece ser el señor Alfred Taylor, que dedica las 212 páginas de la novela a contarnos su apasionante y para nada aburrida, inverosímil o increíble vida. Perdón por el sarcasmo. E incluso este protagonista es dudoso, porque en algunos momentos el autor se refiere a él con el nombre de Alfred Taylor, otras veces es Alfred Sheen, y vaya usted a saber porqué. Estos cambios se deben al estado de ánimo con que el autor comenzaba a escribir cada día, porque otro motivo no me lo explico.

Termino con el argumento, y advierto de que en el siguiente párrafo revelo parte de la trama, aunque confío en hacer un favor con ello a los lectores del blog para evitar que pierdan el tiempo con esta novela. El tema principal de esta novela es la prostitución masculina. Hasta ahí nada que objetar. Incluso le concedo la gracia de la originalidad al autor, ya que es un tema poco frecuente en literatura. Pero nada más. Porque las 212 páginas de la novela son una repetición cansina del tópico: "viejo verde homosexual se enamora de jovencito hermoso homosexual, le inicia en el camino del sexo, el jovencito se enamora perdidamente de él (¡muy realista!) y luego el viejo verde pasa a por el siguiente jovencito de la lista". Me resulta repulsivo. Leyendo la novela imaginaba que fuese una situación distinta. Un viejo verde heterosexual asaltando a mujeres jóvenes, adolescentes. Pues me parece igual de repulsivo. Es que esto es la fantasía sexual, o perversión, del personaje Alfred Taylor (¿o del narrador?), pero la vida real no es así. No olvidemos que hablamos de la prostitución masculina, donde entra el dinero por medio, pero es que aún así, la obsesión sexual de Alfred Taylor (¿o del narrador?) por los jovencitos -adolescentes- me resulta inquietante, cuando no escalofriante. ¿Perdón? 

Es que toda la novela es una repetición constante de la misma escena: Alfred Taylor narrando sus pasiones sexuales con jóvenes que podrían ser sus hijos o nietos, que se quedan prendados de él, y a quienes él manipula a su conveniencia, utiliza y abusa. Y aquí viene la revelación del final de la novela: en el último capítulo el propio Alfred Taylor "seduce" a Phil, que pone los cuernos a su novio para acostarse con este señor (no olvidemos que tiene setenta años ya en este momento, y que Phil tiene veinte). Y no solo eso. Luego, Phil revela a su joven novio la infidelidad, y el joven novio de Phil concluye que no pasa nada, y que de hecho, quiere enrollarse con ambos. ¿Perdón? ¿Dónde está la psicología, el sentimiento de los personajes? Son personajes de cartón piedra. El autor dedica toda la novela a relatar una tras otra las batallitas sexuales de Alfred Taylor durante los últimos setenta años de su vida, pero el conflicto principal -la infidelidad- entre Phil y su novio, se deja para el último capítulo de la novela, sin ningún ahondamiento ni desarrollo psicológico. De nuevo lo afirmo: esta novela es la recreación escrita de las fantasías sexuales del personaje Alfred Taylor (¿o del narrador?), rozando en multitud de ocasiones expresiones pornográficas totalmente descontextualizadas, molestas y triviales. Esto no es literatura.

Y si solo fuera eso... No. Hay más. El autor parece escribir cada capítulo según una plantilla, porque claro, como se supone que Phil está escribiendo las memorias de Alfred Taylor -y no pueden escribir nada acerca de la homosexualidad porque viven en Estados Unidos en 1940-, cada sesión de trabajo consiste en el señor Taylor contando batallitas de sus amoríos homosexuales de juventud, y antes de cerrar cada capítulo, el autor nos mete con calzador una frase vacía sobre que si Greta Garbo era muy seca de carácter o que si Charlie Chaplin le invitó a jugar a los bolos al bueno de Alfred Taylor. Y esa estructura se repite en cada capítulo, hasta el hartazgo del lector.

Y ahora el estilo, que es lo peor de la novela: he llegado a la conclusión de que el ínclito Luis Antonio de Villena no sabe o no quiere saber escribir. Hay capítulos completos que son prescindibles. Si se eliminasen de la obra, la biografía de Alfred Taylor -o el argumento de la novela- no se vería afectado un ápice. Hay capítulos que constituyen una amalgama de párrafos extensos, interminables, sin puntos y aparte, sin espacios para respirar. Y dentro de esos párrafos el lector encuentra una plaga de signos de paréntesis absolutamente mal empleados, que frenan la lectura cuando no deben, que aportan más información vacía e innecesaria, y que sobran. Cuando encontré el primer signo de paréntesis -ya en la primera página, ingenuo de mí-, me hizo gracia. Qué original, pensé. Al segundo y tercero -también en la primera página- me resultó interesante sin más. Cuando toda la novela está escrita con signos de paréntesis me pregunto si Luis Antonio de Villena fue al colegio el día que explicaron el uso de los signos de paréntesis. Debo suponer que no fue.

No existen descripciones, el lector desconoce qué aspecto tiene Phil o su novio. Los adjetivos que el autor emplea para describirlos son del nivel de tercer curso de educación primaria: guapo, fuerte, alto. A menudo tengo la sensación de que los personajes hablan dentro de una habitación vacía, de paredes blancas, porque no existe un escenario trabajado, no existe cuidado ni cariño en el detalle, y eso que no pido mucho. Me basta con enterarme de lo que leo, y esta novela me lo pone difícil.

Es mi opinión. Tú tendrás la tuya, si lo lees.

viernes, 6 de mayo de 2022

AJO Y SALOBRE, de José María de Sagarra Castellarnau (1929)


Lectura 18/2022 (06-05-2022) 

Puntuación: 1/10 No lo recomendaría.

Autor: José María de Sagarra Castellarnau (España, 1894 - España, 1961)

Título: All i salobre

 Año: 1929 

Editado en 1976 por la Editorial Círculo de Amigos de la Historia, S.A. Editores, 245 páginas, ISBN 84-225-0048-5

Argumento: All i Salobre és el retrat de la vida dels pescadors de la Costa Brava d'abans que el turisme hi arribés. Sagarra ens acosta a la vida d'un racó de la Catalunya dels anys vint, concretament la del Port de la Selva, a partir de dos personatges, Marí, una modista, i Quimet, un seminarista mancat de vocació, ambdós tan primitius com correspon a la societat rural i aïllada en què viuen. A través d'ells, del tot mancats de qualitats morals, queda retratada la luxúria i l'avarícia de l'ambient i de l'època.

Mi opinión: Esta es una novela verdaderamente fea, corrosiva y deprimente. Jamás la recomendaría. La encontré por casualidad en una biblioteca, y la leí por mi interés personal en la narrativa del primer tercio del siglo XX. Pensé que esta novela catalana publicada en 1929 y traducida al castellano ese mismo año prometía una historia al menos entretenida o curiosa, que me permitiese acercarme a la vida cotidiana de un pueblecito de pescadores de la Costa Brava. Por algún motivo ingenuo llegué a alimentar la expectativa de que estaba descubriendo a un nuevo Vicente Blasco Ibáñez, y es que sin duda el autor era conocedor de las novelas del escritor valenciano, pero es eso y nada más. Un mal imitador, pensando mal, o un escritor sin talento, pensando bien. 

Desconocía a su autor, tal vez porque fue un aristócrata catalán que escribía en su lengua materna y que nunca llegó a triunfar como novelista, sino que es mucho más conocido en los círculos literarios catalanes como poeta. Y este es precisamente el problema de Ajo y salobre, su estilo recargado y cargante, del que me ocuparé más adelante. Antes quiero dejar claro que si esta novela sigue editándose hoy se debe al afán irracional de los defensores a ultranza de cualquier conjunto de letras mal hilvanadas, con pretensión de novela, solo por el hecho de haber sido concebidas en la lengua catalana. ¿Es toda la literatura en catalán buena por ser literatura o por ser catalana? No. Una cosa loable es valorar y salvaguardar la literatura catalana como concepto. Otra distinta es pretender que cualquier basurilla escrita en catalán deba ser, per se, elevada a los altares. Porque lo que para algunos eruditos es, cito textualmente, una crónica verídica escrita con un estilo vivo e impetuoso, como he leído en algún rincón, para mí es un despliegue innecesario de pedantería y lirismos que da alergia.

Vamos al estilo: ilegible. Literalmente, he hecho un gran esfuerzo para terminar la novela a pesar de su reducida extensión. Me ha ayudado el café y el hecho de intuir un final que yo, por pura maldad, deseaba confirmar, aunque no doy más detalles por respeto al lector que quiera atreverse con esta narración. Jamás he leído un texto similar: cada una, literalmente, de las líneas de esta novela, es un forzoso galimatías de expresiones hechas. ¿Cómo se puede escribir, y aún menos comprender, una narración que no solo abusa de las descripciones largas e inútiles, sino que las adorna con refranes constantes y expresiones populares, adagios, moralejas...? Una vez es graciosa, la segunda resulta curioso, la tercera cansa. Pues Ajo y salobre es un compendio enciclopédico de miles de dichos populares y frases hechas. Y así no se puede leer una novela, por Dios.

Otro gran defecto (y sigo en el estilo, todavía no doy caña al argumento) es el lirismo flotante, onírico, hipnótico, del autor. Con razón le concedo un sobresaliente como poeta, pues sin haber leído un solo poema de José María de Sagarra Castellarnau, intuyo que fue un poeta brillante e ingenioso. Pero Ajo y salobre es una novela de 245 páginas escrita por un poeta, no por un escritor de narrativa, ese es el problema. Las descripciones de las mujeres son todas iguales: se las compara con todo tipo de pescados, desde atunes hasta sardinas, y todas son gordas y huelen... a pescado. Los hombres, todos, tienen el bigote color crema o color natilla. Las paredes de las casas son de color excremento. Y todo el libro es así. Descripciones detallistas pero densas, plagadas de metáforas, hipérboles, comparaciones muy visuales, llamativas, chocantes y desconcertantes. Reconozco que el estilo de este autor es sumamente peculiar y tiene interés por ello, pero no es un estilo cómodo para una novela.

Sólo citaré un fragmento: "Algo temía Quimet la avaricia y el humor blandengue de su padre, porque con los hijos era agrio y vociferante y no escatimaba ni la bofetada ni el garrotazo, y aunque supiese latín y fuese percha para sotana, cuando llegaba la hora de recibir, Quimet era igual que los demás. No sentía por su madre ni una pizca de afecto. Las alharacas y mimoserías de la santa mujer le escocían como cantáridas. La familia era un estorbo de poca monta. Agua de borrajas que se esquivaba en un santiamén".

Hay en realidad pocas escenas, inexistente diálogo, muy poca acción en las páginas. Porque el autor se recrea en cada pensamiento, idea, sueño, reflexión, de cada personaje. Se pierde el protagonismo de Quimet, pues sin darnos cuenta el narrador se vuelca de pronto en la mente de Mari, la chica de quien éste se enamora, o pasamos después a la conversación de viejos pescadores en una taberna, con sus envidias y chascarrillos, sin que tengamos claro en ese punto quién es el verdadero protagonista de la novela, y si nos encontramos en una historia de amor (o desamor), o en medio de discusiones sobre la pesca del atún en la Costa Brava. O en consejos para cocinar sardinas. O en la biografía de un sacerdote rector de un seminario de Gerona y los vericuetos de su personalidad, cuando este personaje solo dirá un par de líneas en la novela. Algo que me llama la atención es la particular obsesión que tiene el autor con los siguientes conceptos que se repiten en cada capítulo sin venir a cuento: el pescado, la saliva, el odio. No hay más preguntas, señoría.

Por último, la trama de Ajo y salobre es descarnada y fría. Todos los personajes encarnan la miseria, se mueven por el odio, la maldad y el deseo de despertar envidias ajenas. Me limitaré únicamente al protagonista, Quimet, un joven seminarista sin vocación, de diecinueve años, enamorado de Mari, costurera sin futuro y vecina de su pueblo. Bien, pues odia a su madre simplemente porque ella le da muestras de afecto, odia a su padre precisamente por lo contrario, odia a la muchacha de quien se enamora por vaya usted a saber qué, y claro, se odia también a sí mismo por andar metido en un seminario que también odia. En conclusión, esta novela me ha dejado un amargo recuerdo que confío en olvidar pronto.

Es mi opinión. Tú tendrás la tuya, si lo lees.

LA LISTA DEL JUEZ, de John Grisham (2014)

Lectura 20/2022 (27-06-2023)  Puntuación: 8/10 Sí lo recomendaría. Autor: Emilia Pardo Bazán (España, 1851 - España 1921) Título:  La cita y...