viernes, 10 de junio de 2022

ESCIPIÓN EL AFRICANO, de Santiago Posterguillo (2015)


Lectura 22/2022 (10-06-2022) 

Puntuación: 4/10 No lo recomendaría.

Autor: Santiago Posterguillo (España, 1967)

Título: Escipión el Africano. El hijo del cónsul.

 Año: 2015

Editado en 2015 por Ediciones B, 854 páginas, ISBN 978-84-9838-679-0

Argumento: A finales del siglo III a.C. Roma está a punto de ser aniquilada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filipo V de Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como estado y el reparto del mundo conocido entre Cartago y Macedonia, constituía una fuerza imparable que podría haber cambiado para siempre la historia de Occidente. Pocos años antes del estallido del conflicto, nació un niño llamado a realizar grandes proezas: Publio Cornelio Escipión, hijo del cónsul de Roma durante el primer año de la guerra. Ya joven oficial, iniciaría un difícil camino, sorteando obstáculos y buscando alianzas imposibles. Sus hazañas le valieron el sobrenombre de Africanus, en alusión a uno de los territorios que conquistó. 

Mi opinión: La novela Escipión El Africano empieza bien pero se tuerce a medio camino y se convierte en un tocho infumable. Que sea un superventas y goce del beneplácito de la crítica no la hace una buena novela, al contrario. Es un indicativo del conformismo de muchos y del poder de la publicidad que sin duda ha beneficiado al autor. Pero la novela, en si misma, no es una obra literaria de calidad. El autor ha demostrado que sabe juntar las letras, pero no sabe escribir. No sabe crear un producto literario, cohesionado ni convincente desde el punto de vista artístico. Carece por completo de estilo literario y sin eso tenemos un buen libro que recopila hechos históricos. Es un libro de texto, un manual de historia académica, pero no es una novela.
Me llamó la atención muy positivamente la meticulosidad del autor para describir los detalles más pequeños de la vida diaria en la Roma del siglo tercero antes de Cristo. La ambientación refleja la excelente capacidad del autor para documentarse acerca del periodo histórico. El problema es que esa documentación se vuelva sin medida en el texto. Las descripciones carecen de vida, son tan realistas que aburren. Se explica todo de forma mecánica, sin alma. Es un rollo infumable que hace perder al lector el interés de puro aburrimiento una vez llegado a la mitad más o menos de la novela. En ese punto uno se da cuenta de que la narración se vuelve repetitiva. Las batallas militares se encadenan unas con otras pero son, en esencia, la misma, porque carece de alma. Tal vez el autor emplea una plantilla porque son demasiado similares unas de otras. El ejército enemigo lleva la delantera, los hombres de ambos mandos mueren de la forma más sangrienta posible, el protagonista es herido en una pierna y finalmente vence en el último momento. A la quinta batalla de este estilo uno empieza a perder el interés.

Pero no es ese el problema de la novela. De hecho las batallas se agradecen para tener un poco de acción. El problema es que los personajes son recortes de papel, puramente huecos y planos. Carecen de sentimientos reales y se comportan como malos actores leyendo un guion escrito para ellos. Por ejemplo, la historia de amor entre el protagonista y su esposa es inexistente. El autor insiste en que se aman más allá de la vida y la muerte y que un amor como el suyo no se ha visto jamás, pero, ¿cuál es el fundamento? Ninguno. Simplemente se nos dice que es así y debemos creerlo. Es un amor blando y falso, pues ya desde la primera ocasión en que ambos se conocen por primera vez se aman sin dudarlo. Será cosa del destino. Es un amor sin conflictos, ñoño y cursi.

El único personaje que me resultó verosímil y que me ha transmitido alguna emoción ha sido Plauto, tal vez por su sencillez aparente, porque es el único que persigue un objetivo identificable y que despierta empatía por su mala suerte. Los demás personajes están porque sí, porque toca, hacen lo que se supone que tienen que hacer y suelen morir cuando no son necesarios. Ninguno de ellos evoca ninguna emoción. En ocasiones son un estorbo para la continuidad narrativa. Los malos son malísimos, crueles y oscuros. Los buenos son ángeles de luz celestial.

El texto no está pulido. Se reitera información, como si el lector fuese olvidadizo o directamente bobo. De hecho, incluyo este fragmento de la novela, como ejemplo, para que contemos cuántas veces en el mismo párrafo se informa al lector de que el general romano quiere apresar vivo al griego Arquímedes. "Nos hace falta ese hombre vivo". Luego, "Y a ese Arquímedes, lo quiero vivo". Y por último: "¡Precisamente por eso (...), le necesitamos vivo". En este punto me planteé dejar la novela. Leer tres veces la misma frase en la misma página sin ninguna justificación me cansa, me irrita. Me hace pensar que no hay cariño en el texto, que el autor no se preocupa en cuidar al lector, pues no ha revisado el texto con el suficiente detalle. Escribe tantas palabras por kilo, al peso, sin importar la calidad. Solo cantidad ingente de texto.


Como aficionado a la novela histórica, esperaba mucho más de Escipión El Africano. Santiago Posterguillo me ha decepcionado, pues mi conclusión es que tomó un manual de historia sobre la Antigua Roma, lo convirtió en una plantilla de texto, y se limitó a añadir algunos diálogos aquí y allá. Pero no existe historia, ficción, emoción. Es una sucesión cansina de episodios históricos narrados sin alma. El libro entretiene, es cierto, pero solo hasta la mitad. Es excesivamente largo y hay mucho contenido que directamente sobra. No habría sido tan duro con esta crítica si se tratase de otro título, pero viendo la excesiva buena valoración que Escipión El Africano tiene, siento que debo hacer esta crítica porque sinceramente, no comprendo que guste tanto este libro cuando hay otras novelas históricas prodigiosas que pasan desapercibidas. Una excelente campaña de comunicación, la aparición constante del autor concediendo entrevistas en todos los medios de comunicación que pertenecen al grupo Planeta, la editorial que ha publicado este libro, imagino, tiene algo que ver.

Es mi opinión. Tú tendrás la tuya, si lo lees.

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